A las 11:11 de la noche de un sábado escribo las primeras líneas de este blog. Desde hacía varios meses tenía ganas de crear un sitio, algo así como un diario personal, donde pudiera plasmar lo que quiero.
Escribir es una terapia de relajación, de desahogo. O por lo menos en esto se ha convertido en los últimos meses. Durante cuatro años estuve escribiendo y describiendo día tras día la realidad tan cruda que se vive en este país. En aquellas jornadas interminables en la redacción de un periódico escribir me cansaba. Habían momentos en donde remataba párrafos con frases trilladas solo para salir temprano, porque necesitaba un respiro. Necesitaba dejar atrás tanta violencia. Tanta sangre.
En el pasado quedaron las estadísticas rojas, esas donde las personas después de muertas se convierten en ‘el homicidio número 150 en lo que va de año’. Pasan a ser un número que después se olvida. Habían días en los que amanecía y me decía ‘pareciera que lo único que se dan son malas noticias’. Asesinatos, secuestros, accidentes, robos. Sucesos que a pesar de lo crueles que eran ‘vendían’.
Cuando eso sucedía se me presentaba un dilema ético, pues me preguntaba [y aún lo hago] por qué las personas se empeñan en leer lo feo?, por qué empiezan a leer los periódicos por la sección de sucesos?, por qué?. No digo que sean todos, pero la mayoría lo hace. Más de una vez ‘altos gerentes’ me felicitaron porque ‘ese accidente hizo que se vendiera todo el tiraje del periódico. No hubo devoluciones’. Ese comentario lo hicieron poco antes de que tomara la decisión de renunciar.
De qué sirve tener un tiraje de miles y miles de ejemplares, cuando no le estás aportando nada a la sociedad. Cuando lo único que sale a la calle retratado es violencia. De nada vale tener una mega rotativa cuando no se hace periodismo.
Ese no era el periodismo que quería hacer. Durante cuatro años pateé calle, crecí personal y profesionalmente. Pero cuando ya no das para más es mejor decir: hasta aquí llego.
Me confieso una fiel enamorada del periodismo, para mi no es una profesión. Es una vida. Ahora que estoy alejada de los medios veo en otra perspectiva todo lo que pasa en mi país. Ahora escribo lo que realmente quiero, sin usar estadísticas rojas.
No se deja de ser periodista en ningún momento, ni siquiera estando fuera de una redacción. Quizás los que estamos fuera somos los más apasionados, porque realmente defendemos nuestros ideales.
En este blog iré colgando esos arranques que me den. No se si alguien me leerá, pero para quien lo haga: gracias.