Sobre ser «otra persona»

 

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Soy María José, pero a veces me he convertido en otra persona (y no porque sea actriz), sino porque escribo. Aunque aún no he escrito mi primera novela o mi guión para venderselo a Netflix si he estado detrás de la creación de discursos, respuestas a posibles preguntas, preparación para entrevistas y guiones para vender ideas.

Hace unos meses estuve revolviendo papeles y encontré una carta – publicada en distintos medios impresos en Venezuela – esa carta estaba firmada por alguien al que llamaré mi “primer cliente” un hombre de negocios, de grandes ideales, de esos que han dejado la piel trabajando por su país, de él aprendí muchísimo. Pero lo que los lectores no sabían es que esa carta fue escrita por mi y aprobada por quien la firmó.

Recuerdo esos tiempos y sin duda fue allí cuando me di cuenta que esta es mi pasión, el periodismo es escribir, comunicar y disfrutar del proceso.  Y hacer de eso mi vida fue lo que me animó a dar el paso y crear Sin Rotativa.

Además de esa carta también redacté discursos que iban dirigidos a distintos públicos – un lenguaje para cada uno – llegaban preguntas a entrevistas y las respondía, cada post publicado en las redes sociales salió de mi cabeza, los guiones para radio y televisión también los redacté. Organicé ruedas de prensas, eventos sociales y varias veces me tocó hablar con algunos periodistas y decirles: por favor evita ese tipo de preguntas (censura?, no. Solo hacía lo que debía).

Cuando empecé con ese trabajo sentí que – quizás- no iba a estar a la altura, pero resultó que sobrepasé mis propias expectativas (hay que ser humilde, pero también hay que reconocer cuando hacemos las cosas bien), el éxito radicó en la confianza y en el profesionalismo con que manejé la relación. En mis tiempos libres – que eran pocos – leía libros sobre temas que le gustaban a mi cliente, economía, liberalismo, fotografía, ganadería, porque no hay mejor manera de conocer a una persona que leyendo.

Las mañanas eran un ritual, prender la computadora y revisar todas las noticias que generaban interés – no para mi – sino para la persona en la que me convertía, escribía lo más importante que había ocurrido y las enviaba por correo electrónico para que mi cliente estuviera al tanto y si tenía que dar una entrevista supiese qué estaba pasando. No había cabida para la improvisación.

Nadie notaba la diferencia en los textos que enviaba a los medios de comunicación. Escribía en primera persona, me convertía en otra persona, los pasaba para su aprobación y luego de esto: enviar. Momentos después mis artículos se reproducían en medios digitales, eso solo significaba una cosa: había hecho un buen trabajo.

Pasaron los meses y esta relación dejó de ser de oficina y lo tomé como freelance, fue en ese momento cuando algo en mi interior dijo: esto es lo tuyo. Estaba en mi casa creando contenido para una persona, sentí una libertad que no había experimentado. Durante varios años no renunciaba a mi primer empleo – en un periódico – por “miedo”, pero resultó que cuando me atreví todo empezó a fluir. Escribía para dos revistas, hacía creación de contenido para una página web, manejé las redes sociales de tres marcas y empecé a soñar con mi propia “agencia de escritura creativa”.

El tiempo corre y no se detiene. Hoy sigo insistiendo en mi sueño, escribo para dos páginas web con las que comparto amor y visión del mundo. Una es La Chica del Banquillo, un proyecto lleno de girl power liderado por una periodista venezolana que ha hecho de ESPN su hogar, también colaboro en Tavla Rasa un sitio en la 2.0 donde los apasionados de las letras nos juntamos para contar historias. En medio de la vida, del día a día estoy aquí aprendiendo, fallando y haciendo camino en Sin Rotativa un lugar donde quiero ser muchas otras personas, pero sin dejar de ser Majo, la que escribe, lee, crea y cree en su sueño.

 

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Dibujando con palabras.

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Tengo un amigo que solo disfruta leer cómics (por cierto es mi maestro de iniciación en el Universo Marvel), en varias oportunidades le he dicho: por favor lee este libro, o aquel, pero LEE. Ha sido imposible, pero hace unas semanas me sorprendió cuando me dijo que había leído y le había gustado MUCHO la historia que escribí sobre un monje que conocí en Miami y me sorprendí cuando me explicó por qué le había gustado: es la primera vez que experimento eso de imaginar mientras leo, vi al Monje, recorrí las calles de Miami mientras leía. Por eso casi no me meto con libros porque me cuesta ver las escenas en mi cabeza.

Su explicación me llevó a pensar en este post, yo disfruto leer porque mientras paso las páginas de un libro estoy viajando a otros lugares y ahí radica el poder de la escritura en transportarnos. Los pintores tienen pinceles y acuarelas, los que escribimos – por oficio o hobby – tenemos palabras y con ellas creamos.

Para mi la clave para dibujar con la escritura radica en la descripción, en el uso de las palabras correctas y en la precisión, sin dejar de lado tu estilo. Mi tendencia es ser muy descriptiva, esto lo aprendí de mis tiempos en un periódico y lo convertí en mi sello. Fui la encargada de cubrir la fuente de sucesos o policiales por par de años, en ese mundo descubrí que todos los detalles cuentan, observaba y escribía.

Mi reto era transportar a los lectores a esas escenas llenas de dolor, de realidad – muchas veces caía en lugares comunes – en escribir: el cadáver presentó tres heridas causadas por un arma de fuego. Pero cuando no estaba abrumada de tanta “realidad”, me ponía creativa: era un lugar árido, donde la lluvia no caía desde hacía bastante tiempo, esa tierra amarilla – sedienta de agua – absorbió rápidamente la sangre, solo se veían manchas que al seguirlas te llevaban hasta el cadáver de un hombre, a su lado habían tres balas, la misma cantidad de orificios que se veían en su pecho.

Para unos quizás sea una escena grotesca, pero lo que no se puede negar es que se puede imaginar mejor lo que pasó. Así empecé a formarme en este mundo y de ahí viene mi sello, no lo puedo negar y le saco el mejor provecho. Por eso aquí algunos datos que pueden servir para dibujar párrafos.

 

1 – Descripción. Disculpen que repita tanto esto, pero es clave. Es muy fácil decir: el árbol es verde, ¿pero qué tan verde?, ¿por qué es verde?, ¿hay sol?, ¿qué importancia tiene este árbol?, ¿qué sientes al verlo?, hacerte preguntas antes de empezar a describir puede ayudarte a desarrollar mejor el texto. Si quieres narrar una situación real – que presenciaste o viviste – trata de recordar todos los detalles, escríbelos y luego selecciona cuáles son los más importantes. Si entrevistaste a alguien observalo el cuerpo habla y escribir sobre esos movimientos pueden atrapar mucho más al lector (sino me crees lee cualquier entrevista hecha por Leonardo Padrón).

 

2 – Precisión. Quizás crean que por describir vamos a pecar en ser tediosos y los textos serán aburridos, sí puede pasar. Pero además de descriptivos debemos ser precisos. La precisión que tiene un cirujano al extraer un tumor, así debemos ser al momento de elegir la palabra correcta, esa que contenga todo lo que quieres decir. En esto se nos pueden ir minutos, horas, pero siempre llega. La precisión evita que caigamos en círculos y cansemos al lector.

 

3 – Sencillez. A menos que seamos Miguel de Cervantes, debemos hacer uso del lenguaje más sencillo al que podamos apelar. En el periodismo hay una máxima: nunca sabes quién te leerá. Y eso me lo repetía todos los días cuando escribía en el periódico, muchas veces veía en la calle a obreros leyendo el periódico, a médicos, taxistas, jóvenes, adultos, por eso siempre he tratado de escribir para que todos entiendan y vivan el texto. Cuando escribes para un público específico todo es más fácil, sabes a qué atenerte. Sin embargo mientras más sencillos seamos, mejor. El uso de palabras rimbonbantes, como rimbonbante, no te hace más inteligente que los demás, te hace fastidioso.  

 

4 – Ser, estar. Los verbos que nos hacen personas. Su importancia es más que conocida, pero si queremos dibujar podemos permitirnos ser un poco más artistas. Hagamos un ejercicio de sustitución muy sencillo, así: Carlos está desesperado, no consigue su teléfono, olvidó que está en la mesa, – sustituimos está – . Carlos no sabe qué hacer, la desesperación lo invadió, olvidó que su teléfono descansa – de tanto uso – sobre la mesa.

Descripción, precisión, sencillez quizás poniéndolas en práctica podamos lograr eso tan bonito: transportar con nuestras palabras. Otro de los hábitos que me han ayudado a mejorar mis textos es la lectura, leamos a los mejores y aprendamos de ellos.