Dibujando con palabras.

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Tengo un amigo que solo disfruta leer cómics (por cierto es mi maestro de iniciación en el Universo Marvel), en varias oportunidades le he dicho: por favor lee este libro, o aquel, pero LEE. Ha sido imposible, pero hace unas semanas me sorprendió cuando me dijo que había leído y le había gustado MUCHO la historia que escribí sobre un monje que conocí en Miami y me sorprendí cuando me explicó por qué le había gustado: es la primera vez que experimento eso de imaginar mientras leo, vi al Monje, recorrí las calles de Miami mientras leía. Por eso casi no me meto con libros porque me cuesta ver las escenas en mi cabeza.

Su explicación me llevó a pensar en este post, yo disfruto leer porque mientras paso las páginas de un libro estoy viajando a otros lugares y ahí radica el poder de la escritura en transportarnos. Los pintores tienen pinceles y acuarelas, los que escribimos – por oficio o hobby – tenemos palabras y con ellas creamos.

Para mi la clave para dibujar con la escritura radica en la descripción, en el uso de las palabras correctas y en la precisión, sin dejar de lado tu estilo. Mi tendencia es ser muy descriptiva, esto lo aprendí de mis tiempos en un periódico y lo convertí en mi sello. Fui la encargada de cubrir la fuente de sucesos o policiales por par de años, en ese mundo descubrí que todos los detalles cuentan, observaba y escribía.

Mi reto era transportar a los lectores a esas escenas llenas de dolor, de realidad – muchas veces caía en lugares comunes – en escribir: el cadáver presentó tres heridas causadas por un arma de fuego. Pero cuando no estaba abrumada de tanta “realidad”, me ponía creativa: era un lugar árido, donde la lluvia no caía desde hacía bastante tiempo, esa tierra amarilla – sedienta de agua – absorbió rápidamente la sangre, solo se veían manchas que al seguirlas te llevaban hasta el cadáver de un hombre, a su lado habían tres balas, la misma cantidad de orificios que se veían en su pecho.

Para unos quizás sea una escena grotesca, pero lo que no se puede negar es que se puede imaginar mejor lo que pasó. Así empecé a formarme en este mundo y de ahí viene mi sello, no lo puedo negar y le saco el mejor provecho. Por eso aquí algunos datos que pueden servir para dibujar párrafos.

 

1 – Descripción. Disculpen que repita tanto esto, pero es clave. Es muy fácil decir: el árbol es verde, ¿pero qué tan verde?, ¿por qué es verde?, ¿hay sol?, ¿qué importancia tiene este árbol?, ¿qué sientes al verlo?, hacerte preguntas antes de empezar a describir puede ayudarte a desarrollar mejor el texto. Si quieres narrar una situación real – que presenciaste o viviste – trata de recordar todos los detalles, escríbelos y luego selecciona cuáles son los más importantes. Si entrevistaste a alguien observalo el cuerpo habla y escribir sobre esos movimientos pueden atrapar mucho más al lector (sino me crees lee cualquier entrevista hecha por Leonardo Padrón).

 

2 – Precisión. Quizás crean que por describir vamos a pecar en ser tediosos y los textos serán aburridos, sí puede pasar. Pero además de descriptivos debemos ser precisos. La precisión que tiene un cirujano al extraer un tumor, así debemos ser al momento de elegir la palabra correcta, esa que contenga todo lo que quieres decir. En esto se nos pueden ir minutos, horas, pero siempre llega. La precisión evita que caigamos en círculos y cansemos al lector.

 

3 – Sencillez. A menos que seamos Miguel de Cervantes, debemos hacer uso del lenguaje más sencillo al que podamos apelar. En el periodismo hay una máxima: nunca sabes quién te leerá. Y eso me lo repetía todos los días cuando escribía en el periódico, muchas veces veía en la calle a obreros leyendo el periódico, a médicos, taxistas, jóvenes, adultos, por eso siempre he tratado de escribir para que todos entiendan y vivan el texto. Cuando escribes para un público específico todo es más fácil, sabes a qué atenerte. Sin embargo mientras más sencillos seamos, mejor. El uso de palabras rimbonbantes, como rimbonbante, no te hace más inteligente que los demás, te hace fastidioso.  

 

4 – Ser, estar. Los verbos que nos hacen personas. Su importancia es más que conocida, pero si queremos dibujar podemos permitirnos ser un poco más artistas. Hagamos un ejercicio de sustitución muy sencillo, así: Carlos está desesperado, no consigue su teléfono, olvidó que está en la mesa, – sustituimos está – . Carlos no sabe qué hacer, la desesperación lo invadió, olvidó que su teléfono descansa – de tanto uso – sobre la mesa.

Descripción, precisión, sencillez quizás poniéndolas en práctica podamos lograr eso tan bonito: transportar con nuestras palabras. Otro de los hábitos que me han ayudado a mejorar mis textos es la lectura, leamos a los mejores y aprendamos de ellos.

 

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Feliz día a los mejores amigos

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Soy despistada cuando de fechas se trata, por eso agradezco al universo que mi amiga Diana (www.mypastelmoon.com), me recordó que este lunes 23 de abril es Día Mundial del Libro, hoy se celebra a mis mejores amigos, los que siempre me acompañan, los que me hacen soñar y viajar. Cuando leo descubro mundos, personajes, me dejo llevar por la magia de las letras, quizás casi olvido este 23 porque para mi, todos los días son del libro (no recuerdo la última vez que estuve sin uno de ellos a un lado).

Se supone que este post debería ser especial, le di vueltas a la idea principal, al enfoque, sobre libros podríamos escribir y leer largo y tendido, pero este post vamos a mantenerlo sencillo, práctico, bonito. Por eso decidí escribir sobre los que considero son mis libros preferidos hasta el momento (ojo me faltan muchos títulos por leer que pueden ser mejores), pero los que aquí encontrarán – les aseguro – se han convertido en un antes y después para mi.

La lista a continuación está escrita con el orden en el que los libros llegan a mi cabeza, es decir, porque el 1 tenga 1 no quiere decir que sea mejor que el 5, o que sea mi libro preferido por siempre. Después de hacer esta aclaratoria, empecemos el viaje:

1- La Casa de los Espíritus: fue el primer libro que leí en un día. Isabel Allende cuenta lo vivido y sufrido en Chile en tiempos de dictaduras y revoluciones. Es una radiografía del delirio latinoamericano por el poder y los caudillos de izquierda o derecha. Está escrito magistralmente envuelve magia, locura, pasión, resistencia. Desde ese momento Isabel Allende se ganó un lugar en mi corazón.

2 –  El Principito: mundialmente famoso, el primer ejemplar que tuve me lo dio una tía y lo leí cuando era niña, pero fue después “de grande”, cuando comprendí el significado de cada letra, cuando supe que El Principito cayó en la tierra y dejó su asteroide para enseñarnos a vivir. Siempre vuelvo a él, no sé cuántas veces lo he repasado. Me gusta tanto que tengo un diseño inspirado en este libro – listo para tatuarmelo – además compré una edición especial que atesoro en mi casa.

3 – Confieso que he vivido: es la autobiografía de Gabriel García Márquez – quien de más está decir es uno de mis escritores favoritos – del Gabo he leído todo. TODO. Sus reportajes, sus cuentos, su niña amada Cien Años de Soledad, TODO, pero su autobiografía la viví de otra manera. Primero soy fanática de este tipo de libros me encanta saber más de esas personas que han hecho del mundo un lugar mejor ya por ahí este libro me atrapó, pero se volvió uno de mis preferidos porque lo leí cuando estuve unos meses en Francia. Había terminado el libro que llevé y mi tío me dijo “agarra cualquiera de la biblioteca” – casi todos estaban en francés – por eso elegí Confieso que he Vivido, aquí García Márquez cuenta todo lo que pasó hasta convertirse en quien fue y en quien será recordado. Lo mejor fue cuando leí sus vivencias como escritor exiliado en París, al día siguiente le dije a mi tío: haré el recorrido que hacía García Márquez por París. Y así hice, tomé el metro recorrí el barrio Latino, tomé café en Acropole y pasé por el hotel de Flandre. El Gabo vivió penurias en París, pero disfrutó la ciudad en otro nivel, el marcó a París, París a él y su autobiografía a mi.

4 – Las Aventuras de Juan Planchard. Jhonathan Jakubowicz logró que no me despegara de un libro por cinco horas y cuando lo hice ya lo había terminado. Empecé a leer las aventuras de este boliburgués a las 8 pm y a medianoche ya había llegado el final. Es un relato apasionante, lo viví como una película dirigida por Jhonathan, tiene diálogos construidos para dejarte la cabeza dando vueltas, los personajes son tan reales que sientes a Juan allí, leyendo contigo. Es de esos libros que retratan una realidad que muchos se empeñan en tapar, está catalogada como novela “ficción”, pero para mi Juan es real.

5 –  Vidas al Límite: en el post anterior les conté que amo a Juan José Millás, pues considero que ha llevado el periodismo al mismo nivel de la literatura. Es un genio de la pluma, un ejemplo a seguir, un “ojalá llegué a escribir como él”. En Vidas al Límite, se recopilan las mejores crónicas de Millás, cada una tiene un ingrediente secreto que te mantiene pegado, página tras página.

6 – El Libro de la Alegría: El Dalai Lama y el monseñor Desmond Tutu, son mis maestros en este arte de la alegría que he tratado de adoptar, en el vivir hoy. Este libro llegó en el momento perfecto y en este post les cuento sobre cómo ha cambiado mi perspectiva de la vida. Leerlo es hacerse un favor, es puro aprendizaje, agradecimiento y amor.

7 – La Verdad del Caso Harry Quebert: una historia escrita con cuidado, esmero, cada letra está allí para atraparte, nada sobra. Los personajes son tan distintos entre sí, algunos los amas, otros los odias, otros te intrigan. Suspenso de principio a fin. La vida de un escritor contada por otro escritor, escrita por otro, una novela como hilo conductor, la literatura como justiciera y como condena. Joel Dicker es el autor de esta maravilla y sin duda está en mi top de escritores favoritos.

8 – Toda Mafalda. Este libro llegó a mi vida como regalo. Mis amigos me lo dieron de cumpleaños, aprovecharon que uno de ellos estaba en Buenos Aires y lo compró. Siempre he sido fanática de Mafalda – mi mamá me dice que por eso soy tan rebelde – pero más que rebelde Mafalda es la representación de los ideales, de luchar contra lo que está mal en este mundo. El ejemplar que me regalaron es edición especial y como tal lo guardo, contiene todos los cómics de Mafalda hechos por Quino desde el primero hasta el último, es un libro hermoso. Siempre lo abro al azar y elijo leer la página que salga y siempre, siempre, es aprendizaje en su pura esencia

9 – Retratos y encuentros. Leer a Gay Talese es como ir a un museo, aprecias arte. Este periodista – al igual que Millás – hicieron de la crónica literatura y quizás por eso me atrapan. Escriben hechos reales y los convierten en magia. Aquí también se recopilan sus textos y te adentras a un Nueva York descrito por Talese, conoces a Sinatra y respiras glamour, literatura, respiras a Talese.

10 – Doña Bárbara. En esta época de “girl power”, Doña Bárbara sería la boss. Una mujer que hizo del llano venezolano su tierra, sus leyes, manejó la vida de todos, ayudada por magia, convertida en diosa. Rómulo Gallegos creó a esta mujer basándose en una historia real, Bárbara existió, Gallegos solo le puso su toque magistral y la convirtió en historia. Este libro guarda uno de mis párrafos preferidos – de todo lo que he leído – dice: “Llanura venezolana, buena para el esfuerzo como lo fue para la hazaña. Tierra bendita donde una raza buena ama, sufre y espera”.    

 

Son 10, pero les aseguro pudiera hacer esta lista muy larga.. Pero vamos a dejarla hasta aquí. Mientras la escribí estuve preguntándome cuál es mi libro preferido – hasta el momento – y realmente no me siento madura para tomar esa decisión es como si me pusieran a elegir entre mi mamá y mi papá, así que la respuesta es la misma: los quiero por igual. Los libros que han llegado a mi vida los quiero y recuerdo, también estoy abierta a seguir queriendo a estos amigos que nunca, nunca defraudan.

A ustedes, amigos, feliz día.  

Writing Sprint, gracias por llegar a mi vida.

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Gay Talese dice que “el escritor comparte el mismo destino del atleta, a veces se gana, pero también hay muchas veces que se pierde”, quizás exista otro elemento que una a escritores y deportistas: la disciplina, esa fuerza interna que nos permite exigirnos más y así alcanzar un objetivo. Completar los 100 metros planos o llenar 100 cuartillas, para lograr ambas metas debe haber esfuerzo y trabajo.

Es cierto que cuando estás  inspirado todo es más fácil, las letras forman oraciones, creas párrafos enteros y en un abrir y cerrar de ojos tienes lo que buscabas, un texto decente o que por lo menos cumple con tus expectativas. Pienso que si lo tuyo (asi como lo mio) es dedicarnos a escribir no podemos sentarnos a esperar que la musa baje del cielo, debemos hacer que baje. Verbo: hacer. Y para hacer el paso fundamental es crearnos una disciplina. Cada cabeza es un mundo, por lo tanto lo que quizás me sirva a ti no, pero de probar se trata.

Antes escribía todos los días, pues trabajaba en un periódico, pasaron unos años y seguía escribiendo, pero sin regularidad, hasta que abrí esta página y me he obligado a ser consecuente a ser disciplinada, y fue así como llegué a conocer el writing sprint.

Para ser sincera Instagram trajo esta luz a mi vida. Una mañana revisando mi feed vi que Marcel Rasquin – director de cine y guionista venezolano – explicaba de qué trataba el writing sprint me gustó  tanto que esa misma noche lo puse en práctica y desde entonces he tratado de hacerlo – por lo menos – una vez por semana.

Vayamos a lo importante. Writing sprint no tiene una traducción exacta al español, es una técnica muy usada por guionistas de Hollywood y consiste en algo muy sencillo: DESCONECTARSE.

Debes dedicar, por lo menos, una hora a este ejercicio (yo lo hago en la noche). Olvida el teléfono ponlo en silencio y lejos de ti, desconecta el wifi de la computadora, no pongas música (yo me salto esta regla y escucho música en francés o portugués en otro post escribiré sobre esto), busca un lugar donde te sientas cómodo abre tu computadora y escribe. Solo una hora.

Lo importante es que te enfoques y trates de ordenar las ideas – sin nada que te distraiga – de esta manera aumenta tu atención en el objetivo.

El Writing Sprint no garantiza éxito inmediato, pero ayuda muchísimo si lo que buscas es disciplina. Una hora hoy, otra mañana o pasado mañana, cada minuto te acerca al punto y final.  

Brindemos por las locas

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No se trata de recibir palabras de felicitaciones, que te den rosas hoy e insultos mañana, que te digan: que linda estás, pero que luego te sugieran quitarte esa falda porque es corta. Hoy y todos los días son para sentirnos libres, para vivir, para ser mujeres en nuestro mundo, para luchar por lo que tanto deseamos y para mandar al carajo eso que no nos hace bien.

Quizás el feminismo esté viviendo una época de renacimiento – sí, en pleno siglo 21 – pero desde que recuerdo me enseñaron algo muy importante: puedes ser lo que quieras, estudia, trabaja, cumple tus sueños, NUNCA DEPENDAS DE NADIE. Y así he vivido, con mis reglas. Soy mujer, ya al serlo vienen muchas características adheridas: trabajadora, soñadora, luchadora y otras tantas que ahora se me pasan.

A pesar que me crié en un ambiente donde no me sentí sobreprotegida por ser mujer, ni más, ni menos, la sociedad – a veces – pareciera no estar preparada para alguien independiente, para la “hippie”, rebelde sin causa, la que no tiene novio, la tatuada, la que tiene más maletas que zapatos y la que no sabe cuándo va a sentar cabeza. Pero, señores.. Nada más errado que meterse en la vida de una mujer, no estamos diseñadas para obedecer (sino que lo confirme Adán).

Soy rebelde, media loca, creo en mi y creo en cada mujer.. Por eso brindo – no con vino – brindo con letras y las tomo prestada de un genio:

Brindemos por las locas, por las inadaptadas

por las rebeldes, por las alborotadoras,

por las que no encajan,

por las que ven las cosas de una manera diferente.

No les gustan las reglas y no respetan el status-quo.

Las puedes citar, no estar de acuerdo con ellas,

glorificarlas o vilipendiarlas.

Pero lo que no puedes hacer es ignorarlas.

Porque cambian las cosas.

Empujan adelante la raza humana.

Mientras algunos las vean como locas,

nosotras vemos el genio.

Porque las mujeres que se creen tan locas

como para pensar que pueden cambiar el mundo son las que lo hacen.

Jack Kerouac

Un Monje en Lincoln Road

 

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Lincoln Road, una oda al materialismo, el corazón de Miami, ahí caminando una mañana nublada junto a una de mis personas favoritas, el destino habló. Entré a una librería que me gusta mucho, al pasar a la sección de libros en español mis ojos enfocaron uno – que quería – El Libro de la Alegría, los rostros sonrientes del Dalai Lama y del Arzobispo Desmond Tutu te generan paz solo con mirarlos. Lo compré y valió la pena cada página leída. Pero la historia no trata enteramente de la sabiduría compartida en este libro, no. Estas líneas van de como la vida te manda señales, de como la vida inspira.

Al salir de la librería recorrimos unas cuadras y encontramos un monje tibetano quien estaba pidiendo colaboración para su monasterio, al colaborar te obsequiba una pulsera tibetana (amuleto de la buena suerte y que te conecta con tu ser). No cargabamos efectivo y por eso no quise tomar la pulsera (me parecía un abuso y creo en el karma). Seguimos nuestra caminata, pero no dejaba de pensar en el monje y se lo comenté a mi prima: ojalá hubiese tenido dinero para aceptar la pulsera. Decidimos almorzar y elegimos un restaurante en Ocean Drive (el que ofrecía el menú más económico con margaritas incluidas) y fue ahí – donde se mezclaban distintos idiomas y de fondo sonaba Celia Cruz – cuando le daba vueltas al pitillo de la Margarita que vi al monje acercándose a nuestra mesa.

En un inglés, tan básico como el mío, dijo: this is for you, and for you (nos entregó una pulsera a cada una). Yo seguía sin efectivo, le pedí disculpa porque no podía colaborarle y el – con una tranquila sonrisa – respondió: is for you, is the destiny. Antes de irse soltó algo como: keep it with you forever.

Fue un encuentro corto que me dejó pensando en las señales que se presentan en la vida, en probabilidades. Habían pasado varias horas desde que vi al monje por primera vez y ahora me había regalado la pulsera que tanto quería. Todo pasó el mismo día en que compré un libro del Dalai Lama. Almorzamos y nos fuimos a contemplar lo más hermoso del mundo: el mar.

Ahí con el Atlántico de frente y hablando nos dimos cuenta que ser feliz es fácil, pero nosotros complicamos la existencia. Días después empecé a leer El Libro de la Alegría y hoy puedo decir que cambió mi perspectiva de la vida, porque todo se trata de eso de perspectiva.

Respeto todas las religiones, a creyentes, a los ateos – porque el respeto para mi es esencial – pero siempre he tratado de tomar lo mejor de cada religión porque al final creas o no el amor y la compasión son la base de estas religiones y son los valores que deberían mover al mundo.

La vida inspira al ponerte libros, pulseras y monjes en el camino. Que siga esta inspiración y que siempre recuerde que nada es permanente, todo cambia.

 

 

«Con nuestros pensamientos creamos el mundo».

Cita del Dhammapada.