La escritura es creación. Cada letra puesta en el lugar correcto forma una oración que antes no existía, todo esto viene de tú cabeza y lo transfieres a un papel o a la pantalla de una computadora. Pero los textos son caprichosos, a veces pareciera se escriben solos, pero en otros momentos – por más vueltas que les des – sencillamente no puedes terminar una frase. Falta de inspiración, no consigues tú musa o simplemente tienes la enfermedad de la página en blanco. Sí, en blanco, frente a ti una hoja impoluta, no se te ocurre nada. En absoluto.
Es muy común que este bloqueo nos ocurra a las personas que nos dedicamos a transformar ideas en párrafos, pues – lamentablemente – no somos una máquina de genialidad operativa las 24 horas. Ocurre generalmente por miedo, al fracaso, a escribir algo sin sentido o por desconocimiento de temas que quieran abordarse. Una imagen que se viene a la cabeza es la de ese escritor solitario peleando contras sus demonios acompañado de un lápiz y la temible hoja. Joel Dicker en “La Verdad sobre el Caso Harry Quebert”, hace de la enfermedad de la página en blanco el pilar fundamental de su narrativa, pero antes de sufrir como Marcus Goldman en esta novela puedes optar por poner en práctica estos trucos – que me han servido – para invocar a mis musas cuando estoy en blanco. Porque este bloqueo no perdona a nadie.
- Que tu mejor amiga sea una libreta. La mía ahora es dorada con espirales, tiene un mes conmigo y ya he escrito en más de la mitad. Es tan importante que la dejo en la mesa de noche. Anoto todo. TODO lo que se me ocurre que pueda servirme para luego desarrollar un tema, justo estoy escribiendo esto y la tengo al lado. De pequeña me gustaba llevar diarios y pues puede ser que ahora haga lo mismo. Anoto hasta mis sueños, la letra de una canción, ideas que me llegan, conversaciones, diálogos de series. Si te acostumbras a tener una libreta como la mía puede ser tu caja inspiracional personal.
- Todos los días son para escribir. Encuentra un momento y dedícalo a soltar tus palabras, desde hace unas semanas he intentado hacer un writing sprint diario y me ha servido mucho para disciplinar mi escritura. De lo que sea, pero escribe de esta manera obligas a tu cerebro a trabajar y las ideas empiezan a llegar.
- Que suene la música. Soy muy mala cantando, pero amo lo que la música me hace sentir. Para muchos escribir y escuchar música no es viable, pero para mi es todo lo contrario. Cuando escribo con notas de fondo rindo mucho más, esta costumbre viene de cuando trabajé en un periódico, me ponía mis audifonos y olvidaba al mundo éramos el cantante elegido, mis ideas, la computadora y yo. Se puede decir que mis gustos musicales son eclécticos y cuando llega el momento de escribir – generalmente – opto por canciones en inglés, francés o portugués y me gusta muchísimo escuchar bandas sonoras de películas, un ejemplo es que mientras escribo este post suena el soundtrack de la película “La Vida Secreta de Walter Mitty”.
- Elige palabras al azar. Cuando quiero retarme busco por lo menos 5 palabras – que no tengan ningún tipo de relación – y escribo un texto donde las utilice todas. Tus neuronas se ponen a trabajar y sorprende como al final logras escribir algo bastante decente.
- Cambia de ambiente. Personalmente puedo escribir en cualquier lugar, en mi cuarto, en un café, en una librería, en una redacción, si no fluyen tus ideas es recomendable salir de la zona de confort y buscar otro sitio, prueba en un café con mucho ruido, música, personas hablando si logras concentrarte allí todo será más fácil.
Estos pequeños rituales son a los que apelo cada vez que quiero inspirarme y llenar la página de letras. Pero voy darte un truco extra y no es más que: lee, lee, lee de todo no hay mejor lugar que los libros y recordemos a Borges: “uno no es lo que es por lo que escribe, sino por lo que ha leído”.
Si te gustó este post no dudes en compartirlo y si tienes otros truquitos debajo de la manga déjalos por aquí.
Me encantó este post, pondré en práctica los consejos que nos regalas. Cuando debo escribir algo en la oficina, sobre un tema en especifico y no necesariamente sobre algo que me inspira, salgo a dar una vuelta, a respirar aire fresco, me como un helado, y cuando regreso, fluyen más fácil las ideas…. Un abrazo Majo, y gracias por tus letras.
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