El periodismo me encontró

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Siempre ando en la búsqueda de algo, cuando era niña solía aburrirme muy rápido de las actividades, estuve en baile y no era lo mío (sigue no siéndolo). Una vez estaba en una especie de campamento vacacional  y nos pidieron que escribierámos un libro. Niña de seis años, se me vino a la cabeza una historia cliché de la princesa que quiere ser rescatada. La mañana pasó volando y – sorprendentemente – no me aburrí. Crear personajes, situaciones, imaginar un bosque, un castillo, hizo que me imaginación volara y que mi mente se mantuviera ocupada, ese podría ser el momento en el que me di cuenta que escribir no aburre y que leer te rescata.

Crecí y el camino me llevó a estudiar periodismo – en primera instancia porque era malisima con los números (sigo siéndolo), pero nunca había soñado con «salir en televisión». Recuerdo que quería ser algo así como embajadora en la ONU, pero también me gustaba el teatro y las letras. Llegó ese momento donde debes decidir tú «futuro» acádemico escogiendo tres simples opciones, las mías fueron algo así: estudios internacionales, artes escénicas y letras. Todas en Caracas, una niña de 15 años viviendo sola en Caracas – aquí entra el susto de los padres – me seleccionaron en teatro. Pero mi mamá me vendió el periodismo como una carrera donde puedes desarrollar tu lado artístico y encontrar trabajos de verdad. Así llegó mi pasión. Yo que siempre he andado buscando, el periodismo me encontró.

En la vida existen cosas que amas porque si y eso me pasa con el periodismo. Estudiando me di cuenta que era verdad lo que me había dicho mi mamá, era más que las caras bonitas de TV, más que las voces engoladas de las radios. El periodismo era pasión, era un motor, era un contralor, era un puente, sigue siéndolo. Las preguntas siempre están allí y en repetidas ocasiones me hicieron esta: ¿por qué estudias periodismo? luego se trasnformó a ¿por qué eres periodista?. Mi respuesta era la misma para ambas preguntas: el periodismo es ciencia porque debes aplicar ciertas formulas lógicas para lograr tú objetivo, es arte porque debes apelar a tú creatividad para narrar una historia como más nadie podría hacerlo, es pasional porque desde que un hecho llega a ti pones tú corazón en el, además es un puente entre la sociedad y el poder. Después de esa respuesta solo decían: se nota que te gusta el periodismo.

Este oficio, como lo decía García Márquez en su tan usada frase, me ha dado alegría, tristezas, amigos, enemigos, encuentros, desencuentros, sinónimos y antónimos. Pero agradezco dos cosas muy importantes. Me encontré, gracias al periodismo, supe que me gusta muchisimo escribir, que puedes expresar y darle voz a los demás solo con letras y que si uso esta pasión correctamente puedo, inluso, ayudar los demás – por algo el periodismo es una ciencia social, te conecta con la humanidad.

Humano, lo otro que agradezco, el trabajar como periodista me hizo más humana. Día tras día conocí personas que me contaban sus historias y era imposible no conectar con ellas. Presencié escenas terribles donde sentía que el mundo está muy mal, pero también fui testigo de actos de inmensa bondad, fueron incontables las veces en las que, visitando algún barrio las personas me ofrecían café, agua, arepas, podría que solo tuvieran eso para comer ellos por una semana, pero igual lo ofrecían. Personas que estaban esperando afuera de una Morgue me brindaban una sonrisa o me decían: a pesar de todo la vida sigue. Niños que jugaban a metros de un cadáver, pero que aún así mostraban su inocencia. El periodismo me mostró que la vida no es a blanco y negro, tiene matices y son esos los que te hacen querer describirlos, contarlos y mostrar que el periodismo también puede ser un puente, puede conectar a las personas.

Tengo poco más de un año alejada del periodismo tradicional, ese que se hace desde la sabrosura de una redacción, hay días en los que extraño (hoy es uno de esos), pero esta distancia me ha hecho pensar, crear desde otras áreas, me ha puesto a leer, a estudiar y a visualizar que el destino me encontrara otra vez con él. De algo estoy segura, nunca se deja de ser periodista, pues me cuestiono con las 5wh y nunca me quedo con una sola parte de la historia.

Gracias a mi mamá por haberme vendido el periodismo tan bien 🙂

 

Dibujando con palabras.

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Tengo un amigo que solo disfruta leer cómics (por cierto es mi maestro de iniciación en el Universo Marvel), en varias oportunidades le he dicho: por favor lee este libro, o aquel, pero LEE. Ha sido imposible, pero hace unas semanas me sorprendió cuando me dijo que había leído y le había gustado MUCHO la historia que escribí sobre un monje que conocí en Miami y me sorprendí cuando me explicó por qué le había gustado: es la primera vez que experimento eso de imaginar mientras leo, vi al Monje, recorrí las calles de Miami mientras leía. Por eso casi no me meto con libros porque me cuesta ver las escenas en mi cabeza.

Su explicación me llevó a pensar en este post, yo disfruto leer porque mientras paso las páginas de un libro estoy viajando a otros lugares y ahí radica el poder de la escritura en transportarnos. Los pintores tienen pinceles y acuarelas, los que escribimos – por oficio o hobby – tenemos palabras y con ellas creamos.

Para mi la clave para dibujar con la escritura radica en la descripción, en el uso de las palabras correctas y en la precisión, sin dejar de lado tu estilo. Mi tendencia es ser muy descriptiva, esto lo aprendí de mis tiempos en un periódico y lo convertí en mi sello. Fui la encargada de cubrir la fuente de sucesos o policiales por par de años, en ese mundo descubrí que todos los detalles cuentan, observaba y escribía.

Mi reto era transportar a los lectores a esas escenas llenas de dolor, de realidad – muchas veces caía en lugares comunes – en escribir: el cadáver presentó tres heridas causadas por un arma de fuego. Pero cuando no estaba abrumada de tanta “realidad”, me ponía creativa: era un lugar árido, donde la lluvia no caía desde hacía bastante tiempo, esa tierra amarilla – sedienta de agua – absorbió rápidamente la sangre, solo se veían manchas que al seguirlas te llevaban hasta el cadáver de un hombre, a su lado habían tres balas, la misma cantidad de orificios que se veían en su pecho.

Para unos quizás sea una escena grotesca, pero lo que no se puede negar es que se puede imaginar mejor lo que pasó. Así empecé a formarme en este mundo y de ahí viene mi sello, no lo puedo negar y le saco el mejor provecho. Por eso aquí algunos datos que pueden servir para dibujar párrafos.

 

1 – Descripción. Disculpen que repita tanto esto, pero es clave. Es muy fácil decir: el árbol es verde, ¿pero qué tan verde?, ¿por qué es verde?, ¿hay sol?, ¿qué importancia tiene este árbol?, ¿qué sientes al verlo?, hacerte preguntas antes de empezar a describir puede ayudarte a desarrollar mejor el texto. Si quieres narrar una situación real – que presenciaste o viviste – trata de recordar todos los detalles, escríbelos y luego selecciona cuáles son los más importantes. Si entrevistaste a alguien observalo el cuerpo habla y escribir sobre esos movimientos pueden atrapar mucho más al lector (sino me crees lee cualquier entrevista hecha por Leonardo Padrón).

 

2 – Precisión. Quizás crean que por describir vamos a pecar en ser tediosos y los textos serán aburridos, sí puede pasar. Pero además de descriptivos debemos ser precisos. La precisión que tiene un cirujano al extraer un tumor, así debemos ser al momento de elegir la palabra correcta, esa que contenga todo lo que quieres decir. En esto se nos pueden ir minutos, horas, pero siempre llega. La precisión evita que caigamos en círculos y cansemos al lector.

 

3 – Sencillez. A menos que seamos Miguel de Cervantes, debemos hacer uso del lenguaje más sencillo al que podamos apelar. En el periodismo hay una máxima: nunca sabes quién te leerá. Y eso me lo repetía todos los días cuando escribía en el periódico, muchas veces veía en la calle a obreros leyendo el periódico, a médicos, taxistas, jóvenes, adultos, por eso siempre he tratado de escribir para que todos entiendan y vivan el texto. Cuando escribes para un público específico todo es más fácil, sabes a qué atenerte. Sin embargo mientras más sencillos seamos, mejor. El uso de palabras rimbonbantes, como rimbonbante, no te hace más inteligente que los demás, te hace fastidioso.  

 

4 – Ser, estar. Los verbos que nos hacen personas. Su importancia es más que conocida, pero si queremos dibujar podemos permitirnos ser un poco más artistas. Hagamos un ejercicio de sustitución muy sencillo, así: Carlos está desesperado, no consigue su teléfono, olvidó que está en la mesa, – sustituimos está – . Carlos no sabe qué hacer, la desesperación lo invadió, olvidó que su teléfono descansa – de tanto uso – sobre la mesa.

Descripción, precisión, sencillez quizás poniéndolas en práctica podamos lograr eso tan bonito: transportar con nuestras palabras. Otro de los hábitos que me han ayudado a mejorar mis textos es la lectura, leamos a los mejores y aprendamos de ellos.

 

Feliz día a los mejores amigos

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Soy despistada cuando de fechas se trata, por eso agradezco al universo que mi amiga Diana (www.mypastelmoon.com), me recordó que este lunes 23 de abril es Día Mundial del Libro, hoy se celebra a mis mejores amigos, los que siempre me acompañan, los que me hacen soñar y viajar. Cuando leo descubro mundos, personajes, me dejo llevar por la magia de las letras, quizás casi olvido este 23 porque para mi, todos los días son del libro (no recuerdo la última vez que estuve sin uno de ellos a un lado).

Se supone que este post debería ser especial, le di vueltas a la idea principal, al enfoque, sobre libros podríamos escribir y leer largo y tendido, pero este post vamos a mantenerlo sencillo, práctico, bonito. Por eso decidí escribir sobre los que considero son mis libros preferidos hasta el momento (ojo me faltan muchos títulos por leer que pueden ser mejores), pero los que aquí encontrarán – les aseguro – se han convertido en un antes y después para mi.

La lista a continuación está escrita con el orden en el que los libros llegan a mi cabeza, es decir, porque el 1 tenga 1 no quiere decir que sea mejor que el 5, o que sea mi libro preferido por siempre. Después de hacer esta aclaratoria, empecemos el viaje:

1- La Casa de los Espíritus: fue el primer libro que leí en un día. Isabel Allende cuenta lo vivido y sufrido en Chile en tiempos de dictaduras y revoluciones. Es una radiografía del delirio latinoamericano por el poder y los caudillos de izquierda o derecha. Está escrito magistralmente envuelve magia, locura, pasión, resistencia. Desde ese momento Isabel Allende se ganó un lugar en mi corazón.

2 –  El Principito: mundialmente famoso, el primer ejemplar que tuve me lo dio una tía y lo leí cuando era niña, pero fue después “de grande”, cuando comprendí el significado de cada letra, cuando supe que El Principito cayó en la tierra y dejó su asteroide para enseñarnos a vivir. Siempre vuelvo a él, no sé cuántas veces lo he repasado. Me gusta tanto que tengo un diseño inspirado en este libro – listo para tatuarmelo – además compré una edición especial que atesoro en mi casa.

3 – Confieso que he vivido: es la autobiografía de Gabriel García Márquez – quien de más está decir es uno de mis escritores favoritos – del Gabo he leído todo. TODO. Sus reportajes, sus cuentos, su niña amada Cien Años de Soledad, TODO, pero su autobiografía la viví de otra manera. Primero soy fanática de este tipo de libros me encanta saber más de esas personas que han hecho del mundo un lugar mejor ya por ahí este libro me atrapó, pero se volvió uno de mis preferidos porque lo leí cuando estuve unos meses en Francia. Había terminado el libro que llevé y mi tío me dijo “agarra cualquiera de la biblioteca” – casi todos estaban en francés – por eso elegí Confieso que he Vivido, aquí García Márquez cuenta todo lo que pasó hasta convertirse en quien fue y en quien será recordado. Lo mejor fue cuando leí sus vivencias como escritor exiliado en París, al día siguiente le dije a mi tío: haré el recorrido que hacía García Márquez por París. Y así hice, tomé el metro recorrí el barrio Latino, tomé café en Acropole y pasé por el hotel de Flandre. El Gabo vivió penurias en París, pero disfrutó la ciudad en otro nivel, el marcó a París, París a él y su autobiografía a mi.

4 – Las Aventuras de Juan Planchard. Jhonathan Jakubowicz logró que no me despegara de un libro por cinco horas y cuando lo hice ya lo había terminado. Empecé a leer las aventuras de este boliburgués a las 8 pm y a medianoche ya había llegado el final. Es un relato apasionante, lo viví como una película dirigida por Jhonathan, tiene diálogos construidos para dejarte la cabeza dando vueltas, los personajes son tan reales que sientes a Juan allí, leyendo contigo. Es de esos libros que retratan una realidad que muchos se empeñan en tapar, está catalogada como novela “ficción”, pero para mi Juan es real.

5 –  Vidas al Límite: en el post anterior les conté que amo a Juan José Millás, pues considero que ha llevado el periodismo al mismo nivel de la literatura. Es un genio de la pluma, un ejemplo a seguir, un “ojalá llegué a escribir como él”. En Vidas al Límite, se recopilan las mejores crónicas de Millás, cada una tiene un ingrediente secreto que te mantiene pegado, página tras página.

6 – El Libro de la Alegría: El Dalai Lama y el monseñor Desmond Tutu, son mis maestros en este arte de la alegría que he tratado de adoptar, en el vivir hoy. Este libro llegó en el momento perfecto y en este post les cuento sobre cómo ha cambiado mi perspectiva de la vida. Leerlo es hacerse un favor, es puro aprendizaje, agradecimiento y amor.

7 – La Verdad del Caso Harry Quebert: una historia escrita con cuidado, esmero, cada letra está allí para atraparte, nada sobra. Los personajes son tan distintos entre sí, algunos los amas, otros los odias, otros te intrigan. Suspenso de principio a fin. La vida de un escritor contada por otro escritor, escrita por otro, una novela como hilo conductor, la literatura como justiciera y como condena. Joel Dicker es el autor de esta maravilla y sin duda está en mi top de escritores favoritos.

8 – Toda Mafalda. Este libro llegó a mi vida como regalo. Mis amigos me lo dieron de cumpleaños, aprovecharon que uno de ellos estaba en Buenos Aires y lo compró. Siempre he sido fanática de Mafalda – mi mamá me dice que por eso soy tan rebelde – pero más que rebelde Mafalda es la representación de los ideales, de luchar contra lo que está mal en este mundo. El ejemplar que me regalaron es edición especial y como tal lo guardo, contiene todos los cómics de Mafalda hechos por Quino desde el primero hasta el último, es un libro hermoso. Siempre lo abro al azar y elijo leer la página que salga y siempre, siempre, es aprendizaje en su pura esencia

9 – Retratos y encuentros. Leer a Gay Talese es como ir a un museo, aprecias arte. Este periodista – al igual que Millás – hicieron de la crónica literatura y quizás por eso me atrapan. Escriben hechos reales y los convierten en magia. Aquí también se recopilan sus textos y te adentras a un Nueva York descrito por Talese, conoces a Sinatra y respiras glamour, literatura, respiras a Talese.

10 – Doña Bárbara. En esta época de “girl power”, Doña Bárbara sería la boss. Una mujer que hizo del llano venezolano su tierra, sus leyes, manejó la vida de todos, ayudada por magia, convertida en diosa. Rómulo Gallegos creó a esta mujer basándose en una historia real, Bárbara existió, Gallegos solo le puso su toque magistral y la convirtió en historia. Este libro guarda uno de mis párrafos preferidos – de todo lo que he leído – dice: “Llanura venezolana, buena para el esfuerzo como lo fue para la hazaña. Tierra bendita donde una raza buena ama, sufre y espera”.    

 

Son 10, pero les aseguro pudiera hacer esta lista muy larga.. Pero vamos a dejarla hasta aquí. Mientras la escribí estuve preguntándome cuál es mi libro preferido – hasta el momento – y realmente no me siento madura para tomar esa decisión es como si me pusieran a elegir entre mi mamá y mi papá, así que la respuesta es la misma: los quiero por igual. Los libros que han llegado a mi vida los quiero y recuerdo, también estoy abierta a seguir queriendo a estos amigos que nunca, nunca defraudan.

A ustedes, amigos, feliz día.  

Cinco pasos para empezar a «comer libros»

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Tengo cierto amor por las frases dichas por grandes personajes de la historia, una de mis preferidas es de Jorge Luis Borges (y la he escrito en otros post, así de preferida es), Borges solía decir: “uno no es lo que es por lo que escribe, sino por lo que ha leído” y aquí otras sabias palabras, esta vez de Mario Vargas Llosa, “lo más importante que me ha pasado en la vida ha sido aprender a leer”, coincido totalmente con Vargas Llosa recuerdo que cuando aprendí a leer me sentí grande y descubrí en los libros otro mundo, uno donde imaginar es obligatorio.

Estoy lejos de ser una “come libros”, soy de las que no puede leer dos libros al mismo tiempo – esto me pasa porque me engancho tanto con las historias que no me gusta traicionarlas, debo terminarlas para empezar otra relación – pero permítanme decirles que no puedo andar sin un libro cerca de mi, mi sitio favorito es una librería, amo el olor a libro, el mejor lugar para leer es la playa, mi tesoro más preciado es una lámpara especial para libros, no puedo leer en otros formatos y en Amazon solo he comprado libros, en fin quizás sí esté cerca de comer libros.

Sin Rotativa es un espacio para escribir, leer y crear por eso este texto se lo dedico a la disciplina con la que he sido más consecuente en mi vida: la lectura.

A veces un pensamiento me genera ansiedad y es sentir que la vida es corta y no alcanzará para leer todo lo que quiero (sí, soy una dramática), pero dentro de este drama hay algo cierto. En los últimos meses no he tenido mucho tiempo libre, por eso he descubierto unas técnicas que me han servido para no dejar de leer. Son tan prácticas que me han permitido viajar por 8 libros distintos desde que inició 2018 – quizás no es un número muy sorprendente, pero yo me siento de maravilla con este ritmo –  si quieres volver la lectura una rutina en tú vida, aquí estos trucos.

 

  • Haz una lista. Si han leído post anteriores ya sabrán que AMO anotar todo, absolutamente todo y en mi libreta tengo una lista con los títulos de los libros que quiero leer próximamente y los que ya he leído los taché (ese respiro de felicidad que da tachar cosas cumplidas). Escribo el nombre, autor y el por qué lo quiero leer. Por ejemplo justo ahora estoy leyendo: Crimen y Castigo de Fedor Dostoyevski, porque es un clásico de la literatura universal y está valorado como la mejor novela psicológica de la historia. El próximo en mi lista es En la Boca del Lobo, escrito por el periodista William Rempel que narra la historia de Jorge Salcedo, el por qué quiero leerlo: porque los guionistas de la temporada 2 de Narcos (serie de Netflix), se basaron en este libro para crear la historia.
  • Aprovecha el tiempo. Esta quizás es la clave de todo. Si tengo 20 minutos libres al día busco mi libro de turno y leo, pero como generalmente ando haciendo otras cosas mi momento preferido es durante la noche – cuando solo hay silencio – abro el libro y todo es felicidad. Dedico una hora justo antes de dormir créanme es la mejor sensación, te olvidas de tus problemas y solo sufres con los de tus personajes o te pones a pensar en las teorías del libro que estás leyendo. El mundo exterior se borra por esa hora. También cuando salgo siempre cargo un libro conmigo, leo en cafés, restaurantes, centros comerciales, salas de espera, carros, aeropuertos, plazas, playas, cualquier minuto que tengas aprovechalo.
  • Usa el celular como motivación. Mi telefono es parte de mi, así de sencillo, no puedo mentir. Paso tiempo en Instagram – que es la única red social que uso – pero para no sentirme tan “mal” de desperdiciar algo tan preciado como el tiempo, mi feed está lleno de cuentas que tienen contenido de lectura. Sigo escritores, influencers que se dedican a inspirar con letras, periodistas, librerías, esto hace que siempre esté descubriendo libros por leer o me lleguen frases llenas de inspiración. Luego haré un post sobre estas cuentas que se deben seguir.
  • Compra libros. Tan sencillo como esto. Si de verdad quieres “obligarte” a leer destina una pequeña parte de tus ingresos a comprar esos títulos que te llaman la atención. Yo veo la compra de libros como una inversión en mí, porque cada página que leo me sirve para crecer y para escapar. Cuando veas que estás invirtiendo en ti se te hará muy fácil abrir el libro y entregarte a él.
  • Sigue tus gustos. Nunca me ha gustado que me obliguen – a nada – mucho menos a leer, quizás por esto detesto tanto a Paulo Coelho pues en la universidad tuve que leer 11 Minutos y de verdad lo aborrezco. Mis gustos de lectura son eclécticos, leo de todo – menos autoayuda, de verdad NO puedo – pero mi debilidad son los relatos basados en hechos reales, pero convertidos en literatura así como: Relato de un Náufrago de García Márquez, Retratos y Encuentros de Gay Talese o cualquier libro de Juan José Millás. También amo a los autores latinoamericanos Gabo y Vargas Llosa son mis amores, opuestos entre ellos, pero dueños de mi corazón, pudiera comprar también todos los libros de novela de suspenso que existan y cuando quiero leer algo “profundo” me voy por Henry Hazlitt y sus teorías económicas liberales, pero mi autor favorito es Joel Dicker desde que lo descubrí ha sido inspiración total. Por eso lo mejor que puedes hacer es leer sobre lo que te apasione, si te gustan los viajes, empieza con La Vuelta al Mundo en 80 días, para cada gusto hay un libro.

 

Les aseguro que estos tips pueden seguirlos y ver cambios en su rutina, recuerden que les puedo recomendar todo esto menos obligarlos a leer a Hazlitt.. Lean lo que quieran, lean, disfruten y compartan sus experiencias.. Mientras tanto los dejo porque Dostoyevski me tiene atrapada.

 

Trucos para enfrentar la página en blanco

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La escritura es creación. Cada letra puesta en el lugar correcto forma una oración que antes no existía, todo esto viene de tú cabeza y lo transfieres a un papel o a la pantalla de una computadora. Pero los textos son caprichosos, a veces pareciera se escriben solos, pero en otros momentos – por más vueltas que les des – sencillamente no puedes terminar una frase. Falta de inspiración, no consigues tú musa o simplemente tienes la enfermedad de la página en blanco. Sí, en blanco, frente a ti una hoja impoluta, no se te ocurre nada. En absoluto.

Es muy común que este bloqueo nos ocurra a las personas que nos dedicamos a transformar ideas en párrafos, pues – lamentablemente –  no somos una máquina de genialidad operativa las 24 horas. Ocurre generalmente por miedo, al fracaso, a escribir algo sin sentido o por desconocimiento de temas que quieran abordarse. Una imagen que se viene a la cabeza es la de ese escritor solitario peleando contras sus demonios acompañado de un lápiz y la temible hoja. Joel Dicker en “La Verdad sobre el Caso Harry Quebert”, hace de la enfermedad de la página en blanco el pilar fundamental de su narrativa, pero antes de sufrir como Marcus Goldman en esta novela puedes optar por poner en práctica estos trucos –  que me han servido – para invocar a mis musas cuando estoy en blanco. Porque este bloqueo no perdona a nadie.

 

  1. Que tu mejor amiga sea una libreta. La mía ahora es dorada con espirales, tiene un mes conmigo y ya he escrito en más de la mitad. Es tan importante que la dejo en la mesa de noche. Anoto todo. TODO lo que se me ocurre que pueda servirme para luego desarrollar un tema, justo estoy escribiendo esto y la tengo al lado. De pequeña me gustaba llevar diarios y pues puede ser que ahora haga lo mismo. Anoto hasta mis sueños, la letra de una canción, ideas que me llegan, conversaciones, diálogos de series. Si te acostumbras a tener una libreta como la mía puede ser tu caja inspiracional personal.
  2. Todos los días son para escribir. Encuentra un momento y dedícalo a soltar tus palabras, desde hace unas semanas he intentado hacer un writing sprint diario y me ha servido mucho para disciplinar mi escritura. De lo que sea, pero escribe de esta manera obligas a tu cerebro a trabajar y las ideas empiezan a llegar.
  3. Que suene la música. Soy muy mala cantando, pero amo lo que la música me hace sentir. Para muchos escribir y escuchar música no es viable, pero para mi es todo lo contrario. Cuando escribo con notas de fondo rindo mucho más, esta costumbre viene de cuando trabajé en un periódico, me ponía mis audifonos y olvidaba al mundo éramos el cantante elegido, mis ideas, la computadora y yo. Se puede decir que mis gustos musicales son eclécticos y cuando llega el momento de escribir – generalmente – opto por canciones en inglés, francés o portugués y me gusta muchísimo escuchar bandas sonoras de películas, un ejemplo es que mientras escribo este post suena el soundtrack de la película “La Vida Secreta de Walter Mitty”.
  4. Elige palabras al azar. Cuando quiero retarme busco por lo menos 5 palabras – que no tengan ningún tipo de relación – y escribo un texto donde las utilice todas. Tus neuronas se ponen a trabajar y sorprende como al final logras escribir algo bastante decente.
  5. Cambia de ambiente. Personalmente puedo escribir en cualquier lugar, en mi cuarto, en un café, en una librería, en una redacción, si no fluyen tus ideas es recomendable salir de la zona de confort y buscar otro sitio, prueba en un café con mucho ruido, música, personas hablando si logras concentrarte allí todo será más fácil.

Estos pequeños rituales son a los que apelo cada vez que quiero inspirarme y llenar la página de letras. Pero voy darte un truco extra y no es más que: lee, lee, lee de todo no hay mejor lugar que los libros y recordemos a Borges: “uno no es lo que es por lo que escribe, sino por lo que ha leído”.

 

Si te gustó este post no dudes en compartirlo y si tienes otros truquitos debajo de la manga déjalos por aquí.  

 

Writing Sprint, gracias por llegar a mi vida.

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Gay Talese dice que “el escritor comparte el mismo destino del atleta, a veces se gana, pero también hay muchas veces que se pierde”, quizás exista otro elemento que una a escritores y deportistas: la disciplina, esa fuerza interna que nos permite exigirnos más y así alcanzar un objetivo. Completar los 100 metros planos o llenar 100 cuartillas, para lograr ambas metas debe haber esfuerzo y trabajo.

Es cierto que cuando estás  inspirado todo es más fácil, las letras forman oraciones, creas párrafos enteros y en un abrir y cerrar de ojos tienes lo que buscabas, un texto decente o que por lo menos cumple con tus expectativas. Pienso que si lo tuyo (asi como lo mio) es dedicarnos a escribir no podemos sentarnos a esperar que la musa baje del cielo, debemos hacer que baje. Verbo: hacer. Y para hacer el paso fundamental es crearnos una disciplina. Cada cabeza es un mundo, por lo tanto lo que quizás me sirva a ti no, pero de probar se trata.

Antes escribía todos los días, pues trabajaba en un periódico, pasaron unos años y seguía escribiendo, pero sin regularidad, hasta que abrí esta página y me he obligado a ser consecuente a ser disciplinada, y fue así como llegué a conocer el writing sprint.

Para ser sincera Instagram trajo esta luz a mi vida. Una mañana revisando mi feed vi que Marcel Rasquin – director de cine y guionista venezolano – explicaba de qué trataba el writing sprint me gustó  tanto que esa misma noche lo puse en práctica y desde entonces he tratado de hacerlo – por lo menos – una vez por semana.

Vayamos a lo importante. Writing sprint no tiene una traducción exacta al español, es una técnica muy usada por guionistas de Hollywood y consiste en algo muy sencillo: DESCONECTARSE.

Debes dedicar, por lo menos, una hora a este ejercicio (yo lo hago en la noche). Olvida el teléfono ponlo en silencio y lejos de ti, desconecta el wifi de la computadora, no pongas música (yo me salto esta regla y escucho música en francés o portugués en otro post escribiré sobre esto), busca un lugar donde te sientas cómodo abre tu computadora y escribe. Solo una hora.

Lo importante es que te enfoques y trates de ordenar las ideas – sin nada que te distraiga – de esta manera aumenta tu atención en el objetivo.

El Writing Sprint no garantiza éxito inmediato, pero ayuda muchísimo si lo que buscas es disciplina. Una hora hoy, otra mañana o pasado mañana, cada minuto te acerca al punto y final.  

5WH la fórmula mágica del periodismo

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Nuestro pan de cada día, un mantra, una filosofía, un asunto obligatorio, un prohibido olvidar, eso representan las: 5WH para un periodista, pero su uso va más allá de un periódico, las podemos adaptar para escribir lo que queramos, hasta podemos hacerle un lugar en nuestra vida.

Como periodista soy curiosa – así somos todos – y las 5wh (aunque realmente son 6) nos alimentan esta curiosidad, nos hace querer saber más. Hagamos un poco de historia. Primero querrán saber qué significan, pues es un concepto traído del inglés y se ha convertido en un principio básico al momento de investigar y presentar un hecho, cualquier información – para considerarla completa – debería responder estas interrogantes:

  • What: ¿Qué?.
  • How: ¿Cómo?.
  • When: ¿Cuándo?.
  • Where: ¿Dónde?.
  • Why or for what: ¿Por o para qué?.

 

Aunque a simple vista parecieran muy técnicas y hasta aburridas, su nacimiento encierra poesía, pues se considera que Rudyard Kipling – autor del Libro de la Selva y Premio Nobel de Literatura – fue el primero en darle importancia al uso de las 5Wh, en su libro “Just so Stories”, abre un poema de la siguiente manera:

 

Tengo seis honestos sirvientes

(me enseñaron todo lo que sé);

sus nombres son Qué y Por qué y Cuándo

y Cómo y Dónde y Quién.

 

En teoría te enseñan que para que tú articulo valga la pena y las personas lo lean debes responder a estas preguntas en el primer párrafo, nada más alejado de la realidad. Hablo desde mi experiencia, nunca me ha gustado ofrecer todo al principio (hay que alimentar la intriga), es como si un chef te sirviera su mejor plato antes de los aperitivos. Lo mejor es despedazar todos tus datos y soltarlos poco a poco. Más allá de dar a conocer el qué o el cuándo, llena el texto de tú estilo, impregnalo de ti.

Lo mejor que puedes hacer es adaptar las 5wh acorde a tus necesidades. En mi caso las uso cuando investigo sobre cualquier tema, tomo una libreta y a medida que avanzo contesto a mis interrogantes, de esta manera puedes organizar mejor tu información. Cuando estás en la calle lo mejor es observar y – mentalmente – llenar tus 5wh. No importa sobre lo que quieras escribir, tampoco importa la plataforma en que lo vayas a publicar, ¿qué?, ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿dónde? y ¿por qué?, son tus mejores amigos.

Hagamos un ejercicio sencillo, este es el hecho: crónica sobre un viaje a París.

¿Qué?: el viaje en si mismo.

¿Quién?: tú, las personas que te encontraste en el camino.

¿Cómo?: haber tomado un avión,un tren, caminar, estar en la ciudad luz.

¿Cuándo?: hace un día, una semana, un mes, cinco años.

¿Dónde?: París, lugares que conociste.

¿Por qué?: quieres contar tú experiencia, recomendar lugares, escribir sobre la cultura que conociste estando allá, dar a conocer París desde tú punto de vista.

 

Con estos pequeños pasos será un poco más fácil organizar todo lo que tienes en la cabeza y empezar a redactar, las 5Wh son una luz en el camino. Siento que las tengo adheridas en mi ADN, porque – muchas veces – cuando alguien me está contando algo y se tarda mucho en hablar – siempre pregunto: ¿qué?, ¿cuándo?, ¿dónde?, ¿cómo? y ¿por qué?, en fin sirven para tú día a día.

1,2,3…. Escribe.

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“Escribiendo se aprende a escribir”, reza un proverbio latino, palabras que deberíamos recitarlas día tras día. Las podemos resumir de una manera simple: disciplina. En la escritura – como en la vida misma – nunca se deja de aprender, de fallar, de borrar y de empezar. No soy una catedrática, no tengo un máster en letras – todavía – tengo problemas para conjugar en algunos tiempos, como con el “pluscuamperfecto”, pero Stendhal lo dijo “quisiera que todos los cursos de literatura yaciesen en el fondo del océano”, quizás no hay manera correcta de “aprender” a crear con las letras, sin embargo podemos intentarlo.

Todos hablamos y ya por esta razón todos podemos escribir, el principal elemento de la escritura es la lengua, el idioma, el vocabulario, entonces la escritura es nuestra ya por el hecho de haber nacido.

En algunos niveles – altos – la escritura se considera arte, el arte de narrar y se diferencia de otros tipos de arte por el simple hecho de que no necesitamos manejar un instrumento musical, un pincel o un cincel, para crear. Insisto, si hablamos, escribimos. Entonces?, escribo lo que hablo?, pues sí es una buena manera de empezar.

 

1 – Suelta la mano. Es primordial. Se que estamos en 2018 y que somos “millenials”, pero para mi es obligatorio agarrar una libreta, lapicero y fluir. Un artículo, un post, una crónica, un poema, todos empiezan con una idea, esa idea escríbela en un papel, luego enumera posibles maneras de desarrollar el tema, piensa en algunos títulos. Si escribirás sobre un hecho real no dejes de anotar fechas, lugares, personas con las que puedas hablar, si por el contrario quieres ficción imagina a tus personajes, los diálogos. Anota TODO, sin orden, como lleguen a tú cabeza, así.

 

2 – Documéntate. Uno no es lo que es por lo que escribe, sino por lo que ha leído”, bien lo decía Borges, si quieres escribir de lo que sea, debes leer. Tratar de ser un experto en el tema – un experto momentáneo – busca, googlea, REbusca, no te quedes con una sola información, así cuando sientas que tienes un material completo puedes darle rienda suelta a tus letras. Pero no leas solo cuando te toque escribir algo, no, conviértelo en rutina, un libro es el mejor maestro (puedo decir muchas cosas de los libros – va para otro post), pero por ahora, por favor, lee.

 

3 – Imagina. Después de garabatear, de leer, buscar, hablar, llega el mejor momento: escribir. Muchas veces empiezo escribiendo en la misma libreta, manuscrito, después lo hago en la computadora – me cuesta mucho hacerlo en el telefóno o en un iPad – necesito las teclas (esas que ya no miro porque conozco la ubicación de memoria). Soy periodista y me formé bajo las “5 wh” (de las que también hablaré después), por algún tiempo creí que debía escribir así, pero leer y haber trabajado en un periódico me abrieron la inspiración, escribir es SENTIR. No te apegues a reglas, las reglas se hacen para romperlas, solo ten cuidado con la sintaxis, lo demás llega solo. Lo importante es que al poner el punto y final sepas que ya no tienes nada por decir, que cada letra está en su lugar.

 

Tres pasos que para mi son fundamentales, para mi, una periodista que ama escribir y que sigo aprendiendo, porque de eso se trata: aprender, escribir, borrar, leer, escribir, aprender.. Ahh y compartir.

Brindemos por las locas

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No se trata de recibir palabras de felicitaciones, que te den rosas hoy e insultos mañana, que te digan: que linda estás, pero que luego te sugieran quitarte esa falda porque es corta. Hoy y todos los días son para sentirnos libres, para vivir, para ser mujeres en nuestro mundo, para luchar por lo que tanto deseamos y para mandar al carajo eso que no nos hace bien.

Quizás el feminismo esté viviendo una época de renacimiento – sí, en pleno siglo 21 – pero desde que recuerdo me enseñaron algo muy importante: puedes ser lo que quieras, estudia, trabaja, cumple tus sueños, NUNCA DEPENDAS DE NADIE. Y así he vivido, con mis reglas. Soy mujer, ya al serlo vienen muchas características adheridas: trabajadora, soñadora, luchadora y otras tantas que ahora se me pasan.

A pesar que me crié en un ambiente donde no me sentí sobreprotegida por ser mujer, ni más, ni menos, la sociedad – a veces – pareciera no estar preparada para alguien independiente, para la “hippie”, rebelde sin causa, la que no tiene novio, la tatuada, la que tiene más maletas que zapatos y la que no sabe cuándo va a sentar cabeza. Pero, señores.. Nada más errado que meterse en la vida de una mujer, no estamos diseñadas para obedecer (sino que lo confirme Adán).

Soy rebelde, media loca, creo en mi y creo en cada mujer.. Por eso brindo – no con vino – brindo con letras y las tomo prestada de un genio:

Brindemos por las locas, por las inadaptadas

por las rebeldes, por las alborotadoras,

por las que no encajan,

por las que ven las cosas de una manera diferente.

No les gustan las reglas y no respetan el status-quo.

Las puedes citar, no estar de acuerdo con ellas,

glorificarlas o vilipendiarlas.

Pero lo que no puedes hacer es ignorarlas.

Porque cambian las cosas.

Empujan adelante la raza humana.

Mientras algunos las vean como locas,

nosotras vemos el genio.

Porque las mujeres que se creen tan locas

como para pensar que pueden cambiar el mundo son las que lo hacen.

Jack Kerouac

Un Monje en Lincoln Road

 

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Lincoln Road, una oda al materialismo, el corazón de Miami, ahí caminando una mañana nublada junto a una de mis personas favoritas, el destino habló. Entré a una librería que me gusta mucho, al pasar a la sección de libros en español mis ojos enfocaron uno – que quería – El Libro de la Alegría, los rostros sonrientes del Dalai Lama y del Arzobispo Desmond Tutu te generan paz solo con mirarlos. Lo compré y valió la pena cada página leída. Pero la historia no trata enteramente de la sabiduría compartida en este libro, no. Estas líneas van de como la vida te manda señales, de como la vida inspira.

Al salir de la librería recorrimos unas cuadras y encontramos un monje tibetano quien estaba pidiendo colaboración para su monasterio, al colaborar te obsequiba una pulsera tibetana (amuleto de la buena suerte y que te conecta con tu ser). No cargabamos efectivo y por eso no quise tomar la pulsera (me parecía un abuso y creo en el karma). Seguimos nuestra caminata, pero no dejaba de pensar en el monje y se lo comenté a mi prima: ojalá hubiese tenido dinero para aceptar la pulsera. Decidimos almorzar y elegimos un restaurante en Ocean Drive (el que ofrecía el menú más económico con margaritas incluidas) y fue ahí – donde se mezclaban distintos idiomas y de fondo sonaba Celia Cruz – cuando le daba vueltas al pitillo de la Margarita que vi al monje acercándose a nuestra mesa.

En un inglés, tan básico como el mío, dijo: this is for you, and for you (nos entregó una pulsera a cada una). Yo seguía sin efectivo, le pedí disculpa porque no podía colaborarle y el – con una tranquila sonrisa – respondió: is for you, is the destiny. Antes de irse soltó algo como: keep it with you forever.

Fue un encuentro corto que me dejó pensando en las señales que se presentan en la vida, en probabilidades. Habían pasado varias horas desde que vi al monje por primera vez y ahora me había regalado la pulsera que tanto quería. Todo pasó el mismo día en que compré un libro del Dalai Lama. Almorzamos y nos fuimos a contemplar lo más hermoso del mundo: el mar.

Ahí con el Atlántico de frente y hablando nos dimos cuenta que ser feliz es fácil, pero nosotros complicamos la existencia. Días después empecé a leer El Libro de la Alegría y hoy puedo decir que cambió mi perspectiva de la vida, porque todo se trata de eso de perspectiva.

Respeto todas las religiones, a creyentes, a los ateos – porque el respeto para mi es esencial – pero siempre he tratado de tomar lo mejor de cada religión porque al final creas o no el amor y la compasión son la base de estas religiones y son los valores que deberían mover al mundo.

La vida inspira al ponerte libros, pulseras y monjes en el camino. Que siga esta inspiración y que siempre recuerde que nada es permanente, todo cambia.

 

 

«Con nuestros pensamientos creamos el mundo».

Cita del Dhammapada.